Si tuviéramos que situar la irrupción
de la droga, en forma masiva, en el siglo XX diríamos
que, la década del 60, marca el hito fundamental
de su aparición. Una sociedad, la norteamericana,
que atravesaba la post-guerra, con su dejo de triunfalismo
y su espíritu puritano, proclamando el "American
Way of Life ", ve nacer una nueva expresión
literaria con la "Beat Generation".
Los escritores beats como Burroughs, Cassady,
Ginsberg o Kerouac, desarrollan una nueva
forma de expresión donde todo aquello que produzca
efectos sobre los sentidos, llámese anfetaminas,
LSD, marihuana, alcohol, constituye
un proyecto explícito de protesta contra los
valores preestablecidos de la sociedad capitalista.
El consumo de drogas es también un medio de consolidar
un lugar y de desprenderse de cánones sociales
inmersos en prácticas ritualistas conservadoras;
ante todo, se trata de una transformación cultural.
Una nueva modificación de la sensibilidad, que
la complicidad con los trastornos de la química
no hará sino acrecentar durante el siglo.
La literatura, comienza a expresar el cambio de la
figura de la droga como medio de actuar sobre sí
mismo, y como una forma de protesta a las convenciones
sociales existentes. Diferentes críticos señalan
de esta escritura beat que es un flujo ininterrumpido,
desde el fondo del espíritu, de ideas y palabras
que soplan sobre las imágenes; no hay periodos
que separen las frases, ridículas puntuaciones,
sino vigorosos blancos, que separan las respiraciones
retóricas. No hay selectividad de la expresión,
sino aceptación de las asociaciones libres producidas
por la mente en un mar ilimitado, nadando en un océano,
sin otra disciplina que los ritmos de la respiración
retórica y de las puntuaciones como un puño
que golpea sobre la mesa.
Los textos parecen describir "viajes"
plagados de velocidad e imágenes superpuestas,
homologables a las experiencias con LSD, que
describían un viaje interior y que, para la época,
era publicitado como un paso más en la larga
serie de progresos tecnológicos que conduciría,
a la humanidad, a la felicidad.
La generación beat desarrolló
un estilo poético que habilitaba una visión
renovadora del mundo y de las cosas, a la vez que comprometía
la palabra en los movimientos sociales, que caracterizaron
la década de los sesenta. Su vinculación
con la droga, sirvió para activar la protesta
y luego como la posibilidad de producir un diagnóstico,
donde se la situaba metafóricamente en el mismo
lugar de poder y manipulación, a la droga que
a la cultura capitalista que combatían.
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