En 1957 se incorpora en la Editorial Frontera gracias
a Héctor Oesterheld, nombre fundamental
en la vida de Breccia y de Mort Cinder.
Con él realizará series como Dr.
Morgue o Sherlock Time. En esta época
ya se puede hablar de un estilo más definido
en los trazos y los temas de Breccia. Todo esto sólo
será el preludio de su obra maestra, una de las
grandes historietas de la vida del cómic: Mort
Cinder, que aparece publicado por primera vez
en 1962 en la revista Misterix.
Mort Cinder nos sitúa en la tienda
de antigüedades de Ezra Winston, un hombre
maduro, tranquilo y solitario apasionado por los objetos
de anticuario.
Un día Ezra conoce a Mort Cinder, un asesino,
y su vida cambiará.
A modo de anécdota contar que la cara de Ezra
Winston es la del propio Alberto Breccia y la
de Mort es la cara de su asistente.
Cada historia comienza y termina de la misma forma:
Todo parte de uno de los objetos de la tienda de Ezra
Winston. Mort Cinder y Ezra han trabado una buena
amistad y en el momento en que el anticuario habla o
piensa sobre la procedencia y la época de ese
objeto, Mort Cinder le cuenta un episodio de
la historia en el que se sitúa. Aquí reside
la riqueza del cómic porque Ezra pronto se da
cuenta de que Mort Cinder es inmortal y ha vivido de
primera mano muchos de los acontecimientos que han escrito
la historia de la humanidad. De la mano de Mort los
lectores son conducidos del S.V a.C al S.XII en cada
una de las tramas. Así descubrimos títulos
como "La Batalla de las Termópilas"
o "La Tumba de Isis".
Mort Cinder supone un giro en la trayectoria
del cómic clásico porque a la historia
ficticia de la inmortalidad y protagonismo de Mort se
une una base real de amistad y solidaridad humana. Todo
ello, claro está, con un dibujo de trazo contundente
y perfecto y una expresividad total, que hace que no
sean necesarias muchas palabras porque cada viñeta
habla por sí misma.
Un cómic de culto para los aficionados y un
buen comienzo para los principiantes.
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